sábado, 23 de enero de 2016

Pantalones de pana y pizza de menú


"¿Si te digo Londres qué palabra se te viene a la cabeza? No conozco a nadie que haya ido a Londres por buenos motivos".*
Alguien que necesita desesperadamente un trabajo se va a Londres.
Alguien que haya sufrido e intenta huir, se va a Londres.
Alguien con mucho dinero se va a Londres a estudiar algo caro.
Y después vuelve de Londres tras haber andado mucho, trabajado mucho, disfrutar poco, dormir mal y comer peor.
Yo paso de ir a Londres.
Siento que ahora vivo en el mejor de los exilios. Intercambio.
Le intento quitar importancia a esa maldita pieza de metal, engranaje de la máquina capitalista, y la intento conseguir a mis maneras.
Hago trueques con el tiempo y mis minutos. Yo lo invierto en felicidad y el me lo estira. No sé, supongo que me cansé de tanto escuchar palabras que buscan llenarse los bolsillos mientras se vacían los cerebros, ¿a dónde va toda esa materia gris según la van eliminando desde primaria?
En Siria van ya más de 200.000 muertos y 3,8 millones de refugiados, por si a alguien le interesa mientras sigue levantando y bajando el tenedor.
Ya su guerra empezó en el 2004 y como hace nada con París, la dilatación de pupilas durará unos segundos, un suspiro largo y luego, nos acordaremos que tenemos que comprar aquel pantalón para la fiesta de mañana.
Ya hay tantas cortinas de humo que ni consigo ver más allá de tres casas, pero creo que la guerra puede estallar creando teatros en las calles. Si dicen que al enemigo se le destruye desde su interior, no hay escenario más grande que en el que pisamos diariamente, pero se ha conseguido que miremos tanto nuestro culo que no veamos las cuerdas que nos atan a nuestros titiriteros.
No es estar más des / informado o no, no es ponerte de un lado o del otro, ni mucho menos esto consiste en lo que hayas estudiado o te hayan hecho creer que... Esto consiste en intercambiar, con quién de verdad lo merece y a partir de ahí crear y crear. Olvidando moneditas y apariencias. Y, sobretodo, cuándo encuentres a esa gente especial conservarla siempre, y disfrutar cantando con ellos al tenedor y al cuchillo que están en el plato y peguntarse si el kiwi alguna vez quiso estar ahí.
Hacerlos tus amores propios, y no esos que nos estiran el cuello y hacen que mires por encima de tus hombros, hablo del amor propio de conseguir pensar que alguien se masturba frente a un espejo porque quiere conocerse y no como una puta vitrina al exterior.
Que igualmente no somos nada eh, para esta sociedad, nada; pero si podemos ser libres en nuestros pequeños mundos y eso no hay teatro, cortina, educación ni monedita con la que intercambiarlo.



* Gisbert, Pablo (2015) Mierda Bonita, España, La Uña Rota

No hay comentarios:

Publicar un comentario